Nuestros niños y niñas están expuestos a redes de trata, que se esconden en la virtualidad, y se hacen pasar por amigos, para aprovecharse de la inocencia y la vulnerabilidad de los menores. Hoy quiero hacer un llamado y alertar sobre un estremecedor caso que vivieron tres niñas, entre 10 y 11 años, en la localidad de Engativá.
Una pareja de padres de familia, se puso en contacto conmigo y me contó su versión de esta historia que apareció reseñada, en algunos medios. Al hablar con ellos , me narraron el peligro y la inseguridad que ahora, no sólo se vive en el barrio, sino también en el salón de clase de sus hijos.
Un hombre extranjero de 19 años, Greiyory José Cartagena Ramos (venezolano), las contactó a través de las redes sociales y se hizo pasar por un adolescente de 15 años para ganarse su confianza. Una vez ya eran amigos virtuales, le escribió a una de ellas y le puso una cita para verse después del colegio, en un lugar cercano. La menor acudió a la cita, en compañía de dos amigas y el delincuente con engaños y amenazas las retuvo y las condujo a una vivienda en el occidente de la capital donde las encerró en una habitación, con el objetivo de enviárselas posteriormente, a una red de traficantes mexicanos. La promesa hecha por el supuesto amigo, era hacer un viaje al extranjero, una mejor vida, mucha ropa, un colegio privado y no más sufrimiento, como bien lo manifestó, la mamá de una de las niñas afectadas.
La reacción de los padres fue rápida, pues tienen un buen grupo de apoyo en el curso, con la ayuda de las autoridades y Jefatura Seccional de Protección y Servicios Especiales de la Policía Metropolitana, y gracias a que las niñas lograron escuchar que las venderían, escaparon y los delincuentes no pudieron sacarlas de la ciudad. Los planes eran llevarlas a Medellín y de allí a Guadalajara (México), por vía acuática.
El capturado tiene antecedentes, y fue puesto a disposición de la Fiscalía e imputado por tráfico de niñas, niños y adolescentes y por secuestro agravado. El imputado no aceptó los cargos, y por lo pronto, se encuentra con medida de aseguramiento en centro carcelario. Toda la comunidad afectada, las niñas y sus padres, esperan que sea haga justicia y se le dicte pronto sentencia.
La vida y el cuidado de nuestros menores, es un tema de vital importancia, pero lamentablemente, puede ser amenazada por delincuentes que buscan explotarlos a través de la pornografía infantil o de explotación sexual o comercial. Lo lógico, es que a los 10,11 y 12 años, los niños y niñas vivan su infancia y no que estén en contacto, con un peligroso tratante que conocieron a través de las redes sociales.
De acuerdo con las cifras de la Policía Metropolitana de Bogotá, entre enero de 2024 y el 23 de abril de 2025, se reportaron 453 casos de Escnna y trata de personas (Siedco). Por su parte, la Fiscalía General de la Nación registró 983 noticias criminales asociadas a dicha explotación, entre enero de 2024 y el 15 de junio de 2025. Y según cifras recientes del Idiprón, Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y Juventud, en lo corrido de este 2025 ya se han atendido 221 menores en Bogotá por explotación sexual de menores: 140 niños y niñas y 81 adolescentes. Las localidades con mayores cifras son: Los Mártires 126, Usme 16, Kennedy 14, Ciudad Bolívar 9 y Rafael Uribe Uribe 8.
Los padres de familia o cuidadores deben estar atentos, hacer un control parental efectivo de las redes sociales, y establecer canales de comunicación y de diálogo con sus hijos, para evitar que estas situaciones se presenten. Detrás de cada niño que desea una realidad diferente y que puede ser influenciado para irse de su casa -como sucedió en este caso-, puede haber situaciones familiares que deben ser atendidas. La pobreza y la ignorancia, no puede ser una excusa para aventurarse con un sujeto desconocido, como le ocurrió a estas menores a quienes les ofrecieron una mejor vida, tal cual como lo expresó una de sus progenitoras. Con amor y cuidado los padres pueden enseñar y acompañar a sus hijos en el mundo digital y en la vida.
El colegio también tiene un papel fundamental, pues los padres esperarían que le den a los alumnas, una educación digital donde se les instruya en el manejo responsable de las redes sociales: en un mundo donde la delincuencia digital está latente, los niños, niñas y jóvenes deben aprender a reconocer los perfiles falsos, a identificar los mensajes sospechosos y los mensajes de desconocidos que pueden llegar a hacerles daño. También es vital tener actualizados y verificados, los protocolos de atención y reacción para hacer frente a estas situaciones a nivel educativo.
Finalmente, espero que las autoridades, no sólo judicialicen al responsable de este atroz delito a nivel local, sino que puedan realizar una investigación a fondo que permita dar con la cabeza de la banda internacional que articula este tipo de actos criminales. La trata de personas es un delito que sobrepasa las fronteras y pone en peligro a nuestros niñas y niñas, y debe hacerse todo lo que esté al alcance de las autoridades colombianos y en este caso, mexicanas, para desmantelar las estructuras transnacionales que tanto daño hacen a los menores.
Como miembro de familia, padre y cabildante, hago un llamado a la concientización de que la trata de personas vive entre nosotros, en las redes sociales, en los celulares de nuestros hijos, en las calles de los barrios. La sociedad debe cerrar filas en torno a esta problemática, se trata de una responsabilidad tripartita y colectiva: del Estado, de las instituciones y de las familias.
Gracias a Dios, estas tres niñas se salvaron de caer en las garras de los tratantes, pero hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para proteger a los niños y niñas de Colombia y del mundo. Es verdaderamente aterrador, conocer que a estas tres niñas, las iban a vender como a una simple mercancía.